La primera condición, sin la cual todas las demás serían inútiles, es tener un diseño adecuado del producto o servicio. Esto implica asegurar el cumplimiento óptimo de la función para la cual ha sido creado el producto logrando la plena satisfacción del cliente o usuario.
Un segundo factor indispensable es la selección de la tecnología más idónea, asegurando el aporte de nuevas tecnologías, lo cual implica una continua labor de prospección del futuro, así como el conocimiento y utilización de las fuentes de información tecnológica existentes, la protección de la tecnología propia y todas las acciones que permitan conseguir que en todo momento se utilicen las tecnologías que pueden conducir a una óptima productividad. Aquí se puede hablar de la existencia de un subsistema tecnológico al interior de la organización, que incluye todos los elementos tangibles necesarios para la producción: maquinaria, equipos, etc.
Luego tenemos el proceso de planificación de la calidad requerida, muy ligado al diseño del producto y la tecnología utilizada. En el ámbito industrial se suelen presentar cambios en las exigencias, así como en las especificaciones técnicas de los productos. Igualmente la apertura hacia nuevos mercados plantea a las empresas el conocimiento de las características particulares de cada uno de ellos en términos de calidad y características locales exigidas.
En el sector agropecuario, por ejemplo, existen ciertos requerimientos a sus productos asociados a determinados patrones de calidad. Así, se estandarizan calidades para leche, carne, arroz, vino, etc. lo que entre otras cosas permite la existencia de diferentes precios según la calidad del producto.
Ahora bien: todo lo mencionado (la obtención de productos de diseño adecuado, el uso de la tecnología más idónea y alcanzar la calidad requerida), se logra mediante la utilización eficaz y eficiente de las instalaciones, materiales y recursos humanos, con el fin de obtener el más alto nivel de productividad. Mediante la gestión de operaciones se busca compatibilizar y optimizar el funcionamiento de los dos subsistemas que coexisten en la organización: el "tecnológico", ya mencionado anteriormente, y el subsistema "social", que involucra a los trabajadores y a la administración de la empresa.
Y esto es posible a través del uso de los métodos más adecuados y un riguroso estudio de los tiempos de las distintas operaciones que integran un proceso. En ese sentido la planificación, la programación y la coordinación son las llaves que abren las puertas a la máxima eficacia.
FUENTE CONSULTADA:
Artículo "Gestión de la productividad" publicado por el portal Gestiópolis.
Documento de trabajo "Gestión de operaciones en empresas agropecuarias", publicado por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción (España).
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