¿Los cierres de mes o trimestre no son acaso los más estresantes para los equipos de trabajo? Para mí, Ventas fue un área en la que no me sentía cómoda. No me gustaba experimentar ni sumarle un estrés innecesario a mi vida. Sí, el bono o la comisión suele ser el premio a todo este proceso, pero ¿en algún momento nos detenemos a pensar qué han significado estas ventas para alguien más? ¿Qué tuve que sacrificar o dejar de lado para lograr este éxito? ¿Qué representa lo que oferto y entrego? ¿Es la venta el fin o el vehículo para algo mayor? 

Prácticas laborales negativas

Durante un almuerzo, conversaba con un practicante sobre lo emocionado que se sentía por la adrenalina que le generaba el juego de las ventas y su felicidad por las metas alcanzadas. También aprendía las jugadas de su jefe, como mantener las ventas a un mismo nivel lo máximo posible, casi hasta fin de mes. De lo contrario, les exigirían alcanzar una cuota más alta para el mes siguiente. Pensarán que es sencillo, pero, cada mes, a su jefe le subían la cuota. ¿Hasta cuánto es suficiente? ¿Había un verdadero mercado para ese crecimiento constante? ¿De qué manera los jefes de los jefes se daban cuenta de lo que se estaba poniendo en juego? 

Es común celebrar el logro de las metas en las empresas, pero no siempre nos detenemos a reflexionar sobre nuestra manera de cumplirlas. En ese sentido, la cultura organizacional podría verse afectada si los comportamientos y valores no están alineados con esos criterios de celebración. 

Reconocimiento de las prácticas que limitan progresar

Hoy vivimos una crisis de valores y no solo la apreciamos en las calles. El crecimiento personal te vuelve más consciente de los valores que rigen tus decisiones, tu vida y la de los demás. También te lleva a observar y cuestionarte. Sin embargo, es importante no cruzar la línea que te lleva a la zona del juicio o acusación. 

El joven practicante con el que conversé viene aprendiendo que está bien ocultar información; no ser transparente con tu empleador, tu equipo ni tus clientes, porque algo debían inventarse para no ingresar las órdenes o demorar las respuestas, o quizá estar de acuerdo con el intermediario si es que era el caso. Apreciaba en su mirada cierta decepción y una tímida respuesta. Él reconocía lo que sucedía en realidad, pero la sensación de trabajar en un entorno corporativo lo detenía. Es necesario reconocer estas situaciones negativas de manera temprana porque, si no, luego es peor. 

El tiempo nos invita a observarnos mucho más, a darnos cuenta de lo que nos hace bien y lo que no. Las personas pierden cada vez más confianza en los Gobiernos, a la vez que confían más en las empresas, según el Barómetro de la Confianza de Edelman. Sin embargo, ¿estamos honrando esa responsabilidad? ¿Qué aprende la nueva generación de profesionales con nuestros hábitos y nuestras formas de celebrar los logros? ¿Cuál será el legado y recuerdo que se llevarán las personas que pasen por empresas así?

Reflexiones finales

Es muy probable que la desconfianza siga en aumento y que las malas prácticas profesionales se lleven a otros entornos donde se permitan. Peor aún, es posible que los que ahora son jóvenes las repitan en el futuro, cuando formen sus empresas. Se requiere mucho coraje para decir: “Esto no es para mí. Esto no me hace sentir bien ni es lo que deseo para los demás”. 

Las empresas son espacios donde las personas tienen la oportunidad de compartir todo su potencial, no apagarlo. El crecimiento personal te lleva a apreciar quién eres, conectar con tus valores y virtudes, y rodearte de más personas que comparten esos principios y los expanden. Esa es la cuota válida que merece seguir en crecimiento constante, para el beneficio de todos. Es el verdadero juego infinito en el cual, sin importar donde te encuentres, ganas tú y tu entorno. ¿Has atravesado por una situación así durante tu carrera profesional? Cuéntanos tu experiencia.

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