Cada año, en el mundo, se registra una proporción alarmante de alimentos producidos para el consumo humano que nunca llega a ser ingerida. Se estima que un tercio de todos los alimentos producidos, que equivale a 1300 millones de toneladas, se pierde o se desperdicia cada año. Esta cifra se desglosa en un 13.2 % de pérdida que ocurre entre la etapa de cosecha y la venta minorista, y un 19 % adicional que se desperdicia en los hogares, los servicios de alimentación y el sector minorista en general.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) señala que la reversión de esta tendencia podría generar suficientes alimentos para nutrir a 2000 millones de personas. Este potencial subraya la conexión intrínseca entre la reducción del desperdicio y la lucha contra la inseguridad alimentaria a nivel mundial. Además, el desperdicio de alimentos compromete la sostenibilidad de los sistemas alimentarios al malgastar recursos naturales, energía, mano de obra y capital invertido en su producción.
Se estima que el desperdicio de alimentos es responsable de entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que aporta de manera significativa al cambio climático. Abordar el desperdicio de alimentos no solo es una cuestión ética y económica, sino también un imperativo ambiental crucial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) 2 (hambre cero) y 12 (producción y consumo responsables). A continuación, identificaremos y analizaremos las causas fundamentales de este desperdicio alimentario.
Sobreproducción, demanda y estándares de calidad
En las naciones industrializadas, una de las razones por las que se pierden alimentos es cuando la producción excede la demanda. Los agricultores, en un esfuerzo por asegurar el cumplimiento de las cantidades acordadas y para anticiparse a posibles inclemencias del tiempo o ataques de plagas, suelen planificar sus niveles de producción con un margen de seguridad, lo que puede resultar en la generación de excedentes innecesarios.
Los rigurosos estándares de calidad de apariencia impuestos por las cadenas de supermercados para los productos frescos también son una causa significativa de desperdicio. Una parte considerable de la producción agrícola es rechazada en las explotaciones por criterios estrictos relacionados con el peso, el tamaño, la forma y la apariencia de los cultivos. Ello impide que estos grandes volúmenes de alimentos lleguen siquiera a los estantes.
Prácticas inadecuadas de cosecha y manejo poscosecha
En los países en desarrollo, y en ocasiones también en los desarrollados, se observa la pérdida de alimentos debido a prácticas de cosecha que no son óptimas. Un ejemplo es la cosecha prematura que, a veces, es realizada por agricultores con recursos limitados debido a la escasez de alimentos o a la urgente necesidad de obtener ingresos durante la segunda mitad de la temporada agrícola.
La recolección en momentos no ideales, la manipulación inapropiada de los productos, los daños mecánicos durante la cosecha y la falta de mano de obra adecuada, entre otras prácticas de cosecha ineficientes, también contribuyen a las pérdidas en la producción agrícola. Estas deficiencias en las técnicas y la gestión de la cosecha pueden disminuir la calidad y la cantidad de alimentos disponibles para las siguientes etapas de la cadena.
Infraestructura y tecnología en países en desarrollo
Una causa fundamental de las pérdidas de alimentos después de la cosecha en los países en desarrollo es la existencia de instalaciones de almacenamiento deficientes y la falta de infraestructura adecuada. Los productos frescos, como frutas, verduras, carne y pescado, son muy susceptibles al deterioro en climas cálidos cuando no se cuenta con la infraestructura necesaria para el transporte, el almacenamiento, la refrigeración y el acceso a los mercados.
La falta de instalaciones de procesamiento adecuadas también agrava el problema, ya que impide la conservación de los productos agrícolas frescos para satisfacer la demanda a lo largo del tiempo, en especial si consideramos la estacionalidad de la producción. La ausencia o insuficiencia de infraestructura, incluyendo el almacenamiento en frío y los sistemas de transporte apropiados, es una de las principales causas de las pérdidas poscosecha, ya que limita la capacidad de los agricultores para preservar sus cosechas y acceder a mercados más amplios.
Estándares de calidad y criterios estéticos del mercado
Los supermercados suelen rechazar grandes cantidades de cultivos en las explotaciones agrícolas debido a sus estrictos estándares de calidad relacionados con el peso, el tamaño, la forma y la apariencia de los productos. Estos criterios de calidad basados en el mercado y en la apariencia estética, más que en la calidad comestible o el valor nutricional, pueden llevar a que alimentos perfectamente aptos para el consumo humano se dejen sin cosechar o se desechen si no cumplen con las especificaciones requeridas.
La presión por ofrecer productos visualmente atractivos a los consumidores influye de forma significativa en las decisiones de compra de los minoristas. Esta situación, a su vez, impacta en las prácticas agrícolas y en la generación de desperdicio desde la etapa inicial de la cadena de suministro.
Deficiencias en las instalaciones de almacenamiento
La falta de instalaciones adecuadas para actividades como la trilla, el secado y el aventado del arroz expone los cultivos cosechados a riesgos como roedores y parásitos, que pueden consumir o dañar los alimentos. El almacenamiento deficiente conduce a problemas como infestaciones de plagas y la proliferación de moho, que pueden arruinar cosechas enteras antes de que puedan consumirse.
En muchos países en desarrollo, los pequeños agricultores pueden llegar a perder hasta el 40 % de sus cultivos debido a la falta de instalaciones de almacenamiento apropiadas, lo que subraya la urgencia de mejorar este aspecto para fortalecer la seguridad alimentaria local.
Retos en el transporte y la cadena de frío
El transporte de productos perecederos en condiciones inadecuadas puede generar pérdidas significativas. Un ejemplo es el transporte de leche desde las zonas rurales a las plantas de procesamiento en Bangladesh, que suele realizarse en condiciones cálidas y húmedas sin una cadena de frío apropiada, lo que puede provocar la descomposición de la leche y generar pérdidas.
De manera similar, la infraestructura de transporte inadecuada, sobre todo en áreas remotas de difícil acceso, puede causar retrasos en la entrega y provocar daños y deterioro en los alimentos durante el traslado. La ausencia de servicios e infraestructura de refrigeración en muchas regiones en desarrollo contribuye mucho a las elevadas pérdidas poscosecha. A nivel global, se estima que el 14 % de los alimentos se pierde durante el transporte, entre la cosecha y la venta minorista, y la infraestructura deficiente es un factor principal en estas pérdidas.
Problemas de manipulación y conservación
Las características inherentes de los productos pueden llevar a su degradación y derrame durante la manipulación y el almacenamiento. Un proceso de manipulación deficiente durante la cosecha es otra causa importante de pérdidas poscosecha. Es crucial evitar daños mecánicos a los cultivos durante su procesamiento, ya que pueden crear puntos de entrada para plagas y acelerar las pérdidas fisiológicas.
La manipulación suave y cuidadosa de todos los cultivos es esencial para prevenir hematomas y rupturas en la piel, pues la epidermis de los productos hortícolas actúa como una barrera contra bacterias y hongos que causan su deterioro.
Ineficiencias en los procesos industriales y de transformación
Durante el procesamiento de alimentos, pueden ocurrir pérdidas en diversas etapas, como la limpieza, la clasificación, el descascarillado, el machacado, el envasado, el remojo, el aventado, el secado, el tamizado y la molienda. En los países en desarrollo, la falta de capacidad en las instalaciones de procesamiento puede llevar a grandes pérdidas de alimentos.
El uso de equipos obsoletos o inadecuados en las plantas de procesamiento también conduce a tiempos de procesamiento más largos y retrasos que aumentan el riesgo de desperdicio, en especial para los alimentos perecederos. Estas ineficiencias en la transformación de materias primas en productos terminados contribuyen de manera significativa a las pérdidas en la cadena de suministro.
Transporte, logística y regulaciones
En la etapa de distribución, el desperdicio de alimentos suele ocurrir durante el transporte y el almacenamiento. Problemas como el control inadecuado de la temperatura, los niveles de humedad inapropiados, el almacenamiento deficiente, la falta de control de plagas, la gestión inadecuada del inventario y el embalaje dañado contribuyen a estas pérdidas.
Para muchos productos frescos, como frutas y verduras, es crucial que lleguen a los minoristas y consumidores en un plazo de 48 horas para asegurar su venta en condiciones óptimas de frescura. De lo contrario, es probable que se desechen. Cualquier interrupción o retraso significativo durante el transporte puede resultar en la pérdida total de un envío de alimentos.
La complejidad de los mercados y las regulaciones que rigen la distribución de alimentos también pueden constituir una fuente de pérdidas. En la etapa de distribución, las restricciones legales pueden generar desperdicio. Si bien las normativas garantizan la seguridad y la calidad de los alimentos, deben diseñarse e implementarse de modo que minimicen las posibles consecuencias no deseadas en términos de desperdicio a lo largo de toda la cadena de suministro.
Gestión de inventario y sobreaprovisionamiento
En los países industrializados, la exhibición de grandes cantidades de productos y la disponibilidad de una amplia gama de marcas pueden llevar al desperdicio de alimentos. Las tiendas minoristas a menudo necesitan pedir una variedad de tipos y marcas del mismo fabricante para obtener precios ventajosos y los consumidores esperan encontrar una gran selección de productos. Esta práctica aumenta la probabilidad de que algunos productos alcancen su fecha de venta preferente antes de ser adquiridos, lo que resulta en su descarte.
Los consumidores también esperan que los estantes de las tiendas siempre estén llenos, lo que impulsa a los minoristas a mantener niveles de inventario elevados e incrementa el riesgo de desperdicio. La previsión inexacta de la demanda de los clientes y el sobre-stock también contribuyen de forma significativa al desperdicio en la etapa minorista.
Desecho de productos cercanos a su fecha de caducidad
Los minoristas suelen desechar los productos que se acercan a su fecha de caducidad, ya que pueden ser percibidos como menos deseables por los consumidores. La confusión en torno a las etiquetas de fecha en los alimentos es un factor importante que contribuye al desperdicio en el comercio minorista.
Se estima que las preocupaciones relacionadas con las etiquetas de fecha representan aproximadamente el 50 % del desperdicio de alimentos en esta etapa de la cadena de suministro. Esta práctica, impulsada por la precaución y las expectativas de los consumidores, puede llevar al descarte de alimentos que aún son seguros y aptos para el consumo.
Expectativas y estándares de presentación
Los minoristas suelen basarse en estándares cosméticos para decidir qué productos ofrecer a los consumidores, lo que puede generar desperdicio. En muchos casos, se rechazan alimentos perfectamente comestibles si no cumplen con ciertos criterios estéticos.
Las altas exigencias de los clientes en cuanto a la frescura de los productos también influyen en las decisiones de los minoristas, quienes pueden optar por desechar alimentos seguros y comestibles con base en la percepción de que ya no están en su punto óptimo de frescura. Esta presión por mantener una presentación impecable puede llevar al descarte innecesario de alimentos que aún conservan su valor nutricional y su seguridad para el consumo.
A través de la compilación y el análisis de esta información disponible, se busca proporcionar una base sólida para la comprensión y la acción futura. En el siguiente artículo, determinaremos quiénes son los actores clave involucrados en este complejo problema y expondré algunas conclusiones al respecto. ¿Qué otros factores consideras que aportan al desperdicio de alimentos en el mundo? Déjanos tu opinión.
Referencias
El desperdicio de alimentos en buen estado pone de manifiesto una ineficiencia considerable dentro del sistema alimentario mundial, con implicaciones de gran alcance para la sostenibilidad y la seguridad alimentaria.
Ingeniero de Industrias Alimentarias por la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. Magister Scientiae en Agronegocios por la Universidad Nacional Agraria La Molina. Magister en Administración Estratégica de Empresas por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Amplia experiencia en el sector agroindustrial, alimentos y bebidas, ocupando posiciones gerenciales en distintas empresas con énfasis en I+D, comercio exterior, operaciones y retail. Realiza actividades de consultoría en proyectos de inversión, desarrollos comerciales, planeamiento estratégico, competitividad y gobierno de personas con énfasis en empresas familiares. En los últimos años se ha especializado en agricultura orgánica, manejo de invernaderos, waste management y biotecnología aplicada al agro.
Los consumidores son responsables, en parte, de la pérdida y el desperdicio de alimentos, debido a ciertos hábitos de consumo que es necesario corregir. La otra parte de esa responsabilidad recae en los diversos actores de la cadena productiva.
El desperdicio de alimentos es un problema grave de impacto global, pero puede combatirse mediante el impulso colectivo de prácticas como agricultura regenerativa y la política de desperdicio cero.
Al adoptar prácticas agrícolas sostenibles, invertir en innovación y fomentar las alianzas, el Perú puede impulsar el crecimiento de su sector agrícola, preservar sus recursos naturales y mejorar los medios de vida de su población rural.