Una de las debilidades de la comunicación interna en las organizaciones ha sido (y es) creer que la transmisión constante de informaciones a los trabajadores es comunicarse con ellos; práctica que ha quedado obsoleta en el trabajo remoto. En esta nueva modalidad de labores, la comunicación interna tiene la responsabilidad de adaptarse.
La crisis económica mundial obligó a las organizaciones a transformarse laboral y digitalmente, sin derecho a reclamo o a resistirse, pues la consigna era sobrevivir. Para los trabajadores, la situación fue muy similar. Sin embargo, el traslado del trabajo a sus hogares ha implicado costos que no todas las organizaciones han asumido por la coyuntura.
El proceso de adaptación, la nueva forma de trabajar y el cambio de los hábitos han tenido (y tienen) un impacto emocional y en la salud, que la comunicación interna debería abordar desde una nueva perspectiva. Después de todo, el espacio físico en el que los trabajadores compartían labores ya es cosa del pasado.
El reto de la comunicación interna se encuentra en evolucionar hacia procesos de escucha y acompañamiento a cada uno de los trabajadores.
Cada persona que se mantiene en el trabajo remoto ahora tiene un sentir individualísimo y no colectivo, realidad que los mensajes digitales de las organizaciones (en cualquiera de sus formas) no necesariamente abordan o entienden. El grado de conexión que la comunicación interna requiere en la bautizada "nueva normalidad" es muy superior al de la etapa prepandemia y las áreas de comunicación están obligadas a entender esta realidad.
El clima organizacional, que hasta cierto punto podía ser gestionado en las organizaciones, también es cosa del pasado. Cada colaborador debe trabajar dentro del microclima de su hogar, con elementos que no estaban presentes en su centro de labores y situaciones que no puede evadir: atención a padres, hijos, parejas, crisis domésticas, etc.
Este microclima del trabajo remoto también es totalmente distinto en cada trabajador, independientemente de los esfuerzos que la organización haga a la distancia. La comunicación interna ya no tiene la misma incidencia en el clima laboral, pues este se desplazó a los hogares y --por más que lo intente-- no puede influir en él.
El reto de la comunicación interna se encuentra en evolucionar hacia procesos de escucha y acompañamiento a cada uno de los trabajadores, investigando las formas en las que pueda colaborar con ellos a sobrellevar los "días grises". Estos días no dependen de la organización, sino de esos nuevos microclimas presentes en cada uno de los hogares.
El liderazgo también requiere renovarse. En primer lugar, el líder en el trabajo remoto se enfrenta a la incertidumbre, pues, hasta que no haya una vacuna contra la COVID-19 y se tenga cierta certeza del control de la pandemia, nadie sabe lo que pasará. En segundo lugar, producto de la incertidumbre, se enfrenta a múltiples escenarios que obligan a que su capacidad directiva deba ser compartida.
En tercer lugar, la confianza y la delegación de labores son indispensables. El que un trabajador esté ocho horas frente al computador no implica que sea eficaz y mucho menos eficiente. Por ello, la comunicación del líder, enfocada en fijar cumplimientos de metas, es la mejor herramienta para la productividad. El nuevo líder debe aceptar que estará a ciegas, sin tener al trabajador al frente o viéndolo en video todo el tiempo: creer sin necesidad de ver.
La comunicación interna debe olvidarse --por un buen tiempo-- de sus labores tradicionales. Para mantenerse como una herramienta de gestión debe recalibrarse y reconectarse con sus públicos, no desde "lo que creo que necesitan saber", sino desde el "qué necesito saber de ellos". En comunicación interna, nada volverá a ser como antes. ¿Cómo ha cambiado tu comunicación con tus superiores y compañeros? Cuéntanos tu experiencia.
El reto de la comunicación interna se encuentra en evolucionar hacia procesos de escucha y acompañamiento a cada uno de los trabajadores.
Coordinador académico de los Diplomas Internacionales en Comunicación de ESAN. Asesor, consultor y conferencista en temas comunicacionales. Socio principal de ANTEZANA Comunicación Corporativa. Creador y organizador del Congreso Suramericano de Comunicación Corporativa - COMUSUR y académico fundador de la Cátedra Itinerante de la Nueva Teoría Estratégica (CiNTE). Se ha desempeñado como Ejecutivo de Planificación Estratégica y de Comunicación Corporativa en CAF – Banco de Desarrollo de América Latina; y como Director de Comunicaciones y Protocolo en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del Perú (MINCETUR). MBA por la Universidad Politécnica de Madrid, España. Coach ontológico certificado por The Newfield Network.
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