La gestión de una institución en pleno siglo XXI no es un una labor sencilla por la cantidad de variables que dificultan la eficacia y eficiencia dentro de esta. Por ello, es necesario que tanto directivos como colaboradores aprendan a manejar los conflictos, entiendan la dimensión del poder y que planteen soluciones creativas a las dificultades que puedan surgir.
En la actualidad, la mayoría de instituciones nacionales e internacionales están atravesando por constantes cambios que devienen en situaciones donde todo se hace inestable e impredecible. En este contexto, el directivo se convierte en un administrador de incertidumbre y de complejidad.
Otro aspecto a considerar es que al interior de las instituciones, los miembros y equipos que las integran pueden tener objetivos divergentes entre sí u oposiciones, lo que también ocasiona conflictos. Así, surge en ocasiones un modelo feudal, donde cada grupo vela por sus propios intereses. Además, también ocurre que muchos directivos creen que para poder enfrentar los cambios que surgen es necesario emplear el poder y la autoridad, dos elementos que no necesariamente se llevan a cabo de la manera adecuada.
Desde la perspectiva de la teoría de la complejidad, el poder no es algo que se concentra solamente en la cúspide de una pirámide sino que, por el contrario, es algo que representa las relaciones entre los miembros de la organización. Por ello, se podrían diferenciar diversas fuentes del poder, tanto individuales como institucionales y diversos aspectos como la legitimidad, el conocimiento, la información, el acceso, entre otros.
En las entidades es común la existencia de tensiones y conflictos, pero también existe un impulso transformador que busca el crecimiento y la equidad en las relaciones interpersonales. Este impulso se manifiesta en las relaciones de poder, el debate de ideas y el cambio que se produce a través de los procesos de aprendizaje de una manera positiva y coherente.
Los autores más orientados a las dimensiones sociales plantean su idea de organización viable, y al referirse al término viable quiere decir que no se impone por la fuerza o depende de los privilegios del poder. La viabilidad es una señal de potencial creativo y también de congruencia con las demandas de los miembros de la institución.
Por otro lado, autores más enfocados en las dimensiones económicas sostienen que siempre existirán conflictos en las instituciones y el reto está en saber cómo aprovecharlos y poder desarrollar nuestras capacidades para enfrentarlos, así como aprender a adaptarnos a los cambios. Además, los diversos autores plantean que las entidades son capaces de aprender, por lo que debe romper sus antiguos paradigmas de poder tradicional, autoridad y liderazgo clásico, para poder desarrollar un pensamiento capaz de manejar sistemas complejos.
Quienes siguen esta última tendencia sostienen que la disciplina en aprendizaje comienza con el diálogo. Esta vendría a ser la capacidad de los miembros de equipo para dejar de lado los supuestos, poner las cosas claras y solucionar los conflictos, lo que nos lleva a ser más reflexivos que reactivos.
En conclusión, los miembros dentro de las instituciones deben aprender a manejar los conflictos y hacer un buen uso del poder, planteando soluciones creativas y estar abiertos a la innovación.
En su opinión, ¿cuál o cuáles son los conflictos más frecuentes que se dan en las organizaciones peruanas?
Doctora en Ciencias Económicas (Ph.D. in Economics) - WHU - Otto Beisheim Graduate School of Management, Koblenz, Alemania. Magíster en Administración - ESAN, Lima, Perú. Ingeniera Industrial - Universidad de Lima, Lima, Perú. Profesora de Liderazgo y Comportamiento Organizacional (MBA y Maestrías Funcionales). Profesora de Gerencia Estratégica (MBA y Maestrías Funcionales). Miembro del Área Académica de Administración. Actualmente es decana de ESAN Graduate School of Business.
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