Mario Miguel Vergara, docente de los programas del área de Finanzas de ESAN, advirtió en Infobae que el arancel de 50 % al cobre propuesto por Donald Trump provocó un alza histórica en su precio, pero que probablemente sea coyuntural. Señaló que esta medida impactará principalmente a EE. UU., mientras que para Perú el efecto sería limitado por su baja exportación de cobre a ese mercado.
Donald Trump anunció el martes 8 de julio un arancel del 50% a las importaciones del cobre. La reacción en los mercados fue automática: al día siguiente, el cobre subió a US$ 5.69 por libra (US$ 12,546 por tonelada). Y, el jueves llegó a casi US$ 6.00.
Un mes antes, el 9 de junio, se había cotizado en US$ 4.44 por libra (US$ 9,790/Tm), demostrando así un aumento de hasta 25% en tan solo 30 días, el mayor alza de esta naturaleza en seis décadas.
La reacción de los productores y consumidores fue comprar antes que se dispare el precio. Sin embargo, esta subida podría ser solo situacional, al ser el cobre un insumo vital en el mundo moderno actual.
Recordemos que este es un insumo clave para muchos sectores. Se utiliza, por ejemplo, en el cableado, las tuberías, la generación y distribución de energía, así como en la producción de productos eléctricos y electrónicos, automóviles, trenes, aviones, equipos informáticos, celulares, televisores, y hasta maquinarias y equipos industriales.
Si bien esta tendencia alcista se pueda revertir fácilmente, la situación sin duda tiene efectos inmediatos en miles de actores. El cobre, al ser un commodity o materia prima industrial muy importante, es muy volátil. Y, por consiguiente, si su precio sube o baja significativamente, los costos se trasladan al precio de miles de productos, afectando a importadores y exportadores, e inclusive a vendedores locales de productos a base de cobre.
Por ello, de concretarse la medida anunciada por Trump, se verán afectados primero los importadores americanos, ya que dicho incremento se trasladará directamente a los precios de los diferentes bienes que producen en ese país. Y, segundo, los cientos de millones de consumidores a escala mundial, al ser los EE. UU. uno de los más importantes fabricantes en el globo.
A esto, cabe agregar que Estados Unidos importa el 50% del cobre que consume, ya que su producción es insuficiente. Sus principales proveedores son Chile, Canadá, República del Congo, México y, para sorpresa de muchos, Perú.
Con ello, a nivel macroeconómico, nosotros, al ser principal exportador de cobre en el mundo después de Chile, podríamos tener mayores ingresos de dólares en caso el precio de este metal suba, estabilizándose la cotización de dicha moneda en el plano local. Y, de igual forma, si su valor cae, la cantidad de dólares que reciba el mercado peruano por las exportaciones se reducirán consecuentemente, con los efectos colaterales en el tipo de cambio.
Sin embargo, tenemos una gran ventaja sobre los otros productores: el 70% del cobre peruano se destina a China, nuestro principal socio comercial, y exportamos apenas 2.4% a los EE. UU.
Esperemos que el nuevo gravamen para el cobre de Trump, el cual todo indica que entrará en vigencia a partir del primero de agosto, luego de la tregua de 90 días que se otorgó en abril; no se materialice nunca. Pero si se concreta, tal como todo indica, solo nos queda afrontar el temporal y esperar que nos beneficie de alguna manera.
Por lo pronto, creo que en el mercado, en el corto plazo, el precio del metal tenderá a la baja y recuperará su habitual nivel de demanda. Con ello, la actual alza se convertiría solo en un fenómeno coyuntural y seremos testigos de una ligera caída en los próximos meses.
Lee la nota completa aquí.