Los ciudadanos peruanos se encuentran relativamente mejor protegidos contra el virus de la COVID-19 gracias a las campañas de vacunación, pese a que, en la mayoría de ellos, aún no se logra la cobertura deseada. De todos modos, lo avanzado, les permitió volver a desarrollar sus actividades y ser más conscientes de las reales y, en varios casos, muy significativas limitaciones de la oferta pública de servicios de salud.
En el Perú, 83 de cada 100 personas que se enferman no son atendidas en servicios de salud públicos ni privados, a nivel urbano y rural, según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) al 2022. ¿Cómo reducir esta brecha de demanda de manera progresiva y acelerada?
El Comercio publicó una revisión de los planes de gobierno regionales para el sector salud, mostrando que la mayoría de los candidatos a gobernadores regionales había previsto insistir con la construcción de infraestructura, sobre todo de nivel hospitalario y especializado, como una solución a la problemática de salud. La historia de los últimos veinte años en inversiones en salud revela que es una receta repetidamente fallida.
La brecha de infraestructura en salud en el país excede los S/ 27 000 millones a cinco años, según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Para reducirla, se requiere, como mínimo, una década con un ritmo anual de ejecución de inversiones en salud que supere los S/ 2500 millones. Por ello, es prácticamente imposible que, en cuatro años de las gestiones regionales, se complete siquiera la construcción y, mucho menos, la puesta en operación de infraestructura hospitalaria. Ejemplos emblemáticos son los casos de obras paralizadas de hospitales en Arequipa y Piura, revelados por La República en noviembre de este año, pese a ser departamentos importantes en el Perú por su volumen poblacional y capacidad productiva.
Así planteada, la solución también es fallida de antemano, pues perpetúa un enfoque centrado en la curación y no en la prevención de las enfermedades.
Las enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes, hipertensión, depresión y ansiedad, son responsables del 66 % de los años de vida saludable perdidos en el país, según datos del Ministerio de Salud (Minsa). Es indispensable que la gestión regional privilegie la prevención y el empoderamiento ciudadano para su autocuidado de la salud, en el marco de una atención primaria integral durante el curso de vida, con la participación activa de las familias, la comunidad y los otros actores de salud, bajo el modelo de redes integradas de salud. Con ello, se reducirá las complicaciones producidas por enfermedades crónicas no transmisibles y, por tanto, la necesidad de utilizar los servicios especializados y de cuidados críticos, de mayor costo y de limitada disponibilidad en el Perú. Tomemos en cuenta que existe una capacidad instalada inadecuada en más del 95 % de los servicios públicos de salud en los tres niveles de atención, según el Minsa.
Esta solución privilegia el primer nivel de atención y, por tanto, no excluye la mejora de la infraestructura de salud, pero la hace más racional y costo-efectiva, bajo un funcionamiento en red. Debe incluir alternativas de ejecución de inversiones con participación privada, como las modalidades de obras por impuestos (OXI) y las asociaciones público-privadas (APP) en salud.
El enfoque basado en la prevención y el empoderamiento ciudadano que incluya los conceptos de redes integradas de salud, el intercambio prestacional y la continuidad de la atención, se ha planteado por más de una década en el Perú. Es lamentable que su implementación aún no haya sido posible, debido a una falta de trabajo en paralelo con la transformación digital del sector, como soporte real para impulsar el cambio.
Desde hace más de veinte años, hemos tenido experiencias piloto exitosas de salud digital en diferentes áreas, pero que se han institucionalizado a niveles mínimos en los servicios públicos de salud del país, según el experto Ernesto Gozzer. Sin embargo, la pandemia obligó a los actores de la salud del Perú a redescubrir la salud digital. La teleconsulta y la historia clínica electrónica hoy son las intervenciones más conocidas, pero existen muchísimas otras.
La solución planteada para incorporar la salud digital de forma masiva requiere continuidad y trasciende una gestión regional. Si bien resulta poco atractivo desde el punto de vista político, si las nuevas autoridades regionales realmente desean transformar la salud en sus ámbitos, es obligatorio e indispensable que la implementen desde el 1 de enero de 2023 y garanticen su continuidad después del 31 de diciembre del 2026.
Los Gobiernos regionales tienen recursos para lograr este objetivo. Según el MEF, cumplidos 11 de los 12 meses del 2022, los Gobiernos regionales solo han ejecutado el 40 % de los S/ 2450 millones para inversión en salud disponibles en sus manos. En cuanto al recurso humano, por primera vez, el país cuenta con 43.45 profesionales de salud (médicos, enfermeras, obstetrices) por cada 10 000 habitantes, muy cerca del mínimo de 44, pero es probable que aún la distribución sea inadecuada y los niveles de productividad se encuentren por debajo de lo óptimo.
Para ejecutar de forma óptima cualquier plan regional de salud, es necesario vencer la persistente triple C en la gestión pública de salud:
La falta de continuidad de directivos/funcionarios, así como de las políticas y estrategias de salud.
Las limitadas competencias de los directivos y del personal operativo en salud.
La corrupción en los diferentes niveles de salud.
Queda pendiente conocer quiénes serán designados como autoridades regionales de salud, sus competencias y su capacidad de liderazgo para mejorar de manera sustancial lo poco avanzado en cada región, según lo mostrado en el pilar de salud del Índice de Competitividad Regional para el período 2019-2022 del Instituto Peruano de Economía (IPE).
Dadas las características del sistema de salud peruano, es indispensable que los profesionales de la salud sean los que lideren la gestión de estos procesos de cambio. Para ello, además de poseer competencias gerenciales en general, deben estar preparados para gestionar proyectos e inversiones en salud, gestionar la innovación en salud y, por supuesto, gestionar la salud digital.
En ese sentido, los gestores de salud deben ser capaces de convocar y liderar equipos multidisciplinarios y a los otros actores de salud para garantizar la ejecución articulada y exitosa de las múltiples tareas en los ámbitos regionales. ¿Qué otras competencias consideras que deben poseer los próximos gestores regionales de salud? Déjanos tu opinión.
Los gestores regionales de salud deben convocar y liderar equipos multidisciplinarios y a los otros actores de salud para garantizar la ejecución de las múltiples tareas en los ámbitos regionales.
MBA por ESAN con mención en Finanzas y médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Con 32 años de experiencia profesional en salud, a niveles público y privado, incluyendo la gestión integral de proyectos de salud y desarrollo social; 22 de ellos en el diseño, implementación, gestión y evaluación de innovaciones con Salud Digital en Perú, Panamá, Colombia, Paraguay y Ecuador, incluyendo la docencia en gestión de salud digital. Participó activamente en la implementación y expansión nacional e internacional de ALERTA, la primera Red de Salud Digital para Vigilancia de Enfermedades de alcance nacional y de mayor vigencia.
Docente de posgrado en salud desde el 2001. Actualmente es docente en gestión de salud digital en la Universidad ESAN y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
La creación del nuevo ministerio constituye una propuesta del Gobierno actual para cerrar la brecha de infraestructura que afronta el Perú en las últimas décadas. Sin embargo, cabe cuestionarse si esta medida tendrá el impacto deseado.
En los últimos 15 años, las políticas de gobierno han planteado de manera reiterada la participación del sector privado en el desarrollo social del país, incluido el sector salud, cuya situación aún es crítica. Casi el 100 % de los 9000 puestos, centros de salud y hospitales públicos presentan una inadecuada capacidad instalada y principalmente han sido manejados bajo gestión pública. Urge la mejora de su gestión, siendo una alternativa la mayor participación del sector privado, vía las asociaciones público-privadas (APP).
En los últimos meses se ha publicado mucha información sobre la inteligencia artificial (IA) y sus aplicaciones en diversos campos como la salud. Se pronostica que el mercado global de IA en salud podría ascender hasta los USD 222 billones para el 2031. ¿Cuán factible es su implementación para mejorar los servicios de salud en el Perú?