Esos gerentes que están concentrados tratando de saberlo todo, y que creen saber más que cada uno de sus subordinados, son los que terminan descuidando y menospreciando lo único y principal que sí deberían saber: cómo ser gerentes. Asimismo, abandonan lo único que sí deberían estar haciendo: gerenciar a su gente.

Y es que un jefe no necesita saberlo todo. No necesita saber más de ingeniería que cada uno de sus ingenieros, más de finanzas que cada uno de sus financistas, o más de marketing que cada uno de sus marketeros. Eso es absurdo e imposible.

Un jefe inteligente y con una personalidad bien estructurada sabe rodearse de especialistas que sepan más que él dentro de sus respectivas disciplinas, a la vez que se esfuerza por lograr que cada uno de ellos se desarrolle permanentemente. Pero un jefe incompetente y acomplejado se siente más cómodo y seguro rodeándose de gente supuestamente "inferior" a él. Y cuando siente que alguien destaca o se capacita más de la cuenta, comienza a atacarlo para volver a sentirse superior.

Entonces, si el gerente no necesita saber más que cada uno de sus especialistas, ¿qué es lo que necesita saber? Ya lo dijimos: necesita saber cómo ser gerente. Para mayor claridad recurriremos a la vieja analogía: el gerente no es ni pretende ser un virtuoso en todos los instrumentos. Un gerente es como el director de la orquesta. No necesita saber tocar el violín mejor que sus violinistas ni tocar la trompeta mejor que los trompetistas. Un director de orquesta necesita comprender cómo la sintonía es más que la suma de sus partes y es capaz de lograr que cada virtuoso toque para el conjunto, y no para su gloria individual.

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Fuente: Aptitus