Durante los últimos 25 años, en el país se intentó avanzar con la integración o la unificación de los cinco subsistemas de salud que poseemos, cada uno gestionado de forma autónoma y con una limitada rectoría efectiva del Ministerio de Salud (Minsa). La nueva gestión gubernamental heredará el mismo reto. ¿Podrá superarlo de cara al 2026?
El sistema de salud del país ha transitado por, al menos, dos denominados "procesos de reforma del sector" en los períodos 1995-2000 y 2012-2016. Entre estos procesos se incluye la implementación del aseguramiento público en salud. Se inició con los denominados Seguro Materno-Infantil y Seguro Escolar Gratuito, finalmente fusionados en el vigente Seguro Integral de Salud (SIS), al que se sumaron la Seguridad Social y los seguros privados previamente establecidos.
A la fecha, con 24 000 instituciones prestadoras de servicios de salud (Ipress), entre públicas y privadas, más del 90 % de la población cuenta con cobertura de salud mediante el aseguramiento público (SIS y EsSalud) y menos del 10 % a través del aseguramiento privado. Los mismos porcentajes se mantienen en las consultas médicas: el 90 % se realiza por aseguramiento público y el 10 %, por aseguramiento privado.
El nuevo intento de reforma del sector hacia un sistema de salud unificado o integrado, centrado en los ciudadanos, tiene que basarse en su transformación digital.
Pese a este panorama, solo 3 de cada 10 peruanos que se perciben enfermos (agudos o crónicos) son atendidos en un hospital, centro o puesto de salud (público o privado). Los otros 7 se atienden en una farmacia o apelan a otras alternativas de curación, o simplemente conviven con el curso natural de su enfermedad.
En ese contexto, la pandemia cumplió con reconfirmar que las reformas fueron insuficientes para garantizar la cobertura adecuada de la demanda por atención de salud, centrada en los ciudadanos. Como resultado, tenemos el trágico saldo de muertes conocido por todos. Esto pese a que el presupuesto público de salud se incrementó de S/76.24 a S/674.89 por habitante en las últimas dos décadas.
Como corolario, el 18 de febrero de este año, el Congreso saliente promulgó la Ley 31125, que declara en emergencia el sistema nacional de salud por 12 meses y regula su proceso de reforma.
De manera independiente al término utilizado, el objetivo es lograr que cada ciudadano tenga las mismas oportunidades para satisfacer sus necesidades de salud en términos preventivos y curativos a lo largo de sus etapas de vida, en igualdad de condiciones que cualquier otro conciudadano, sin importar la fuente de su aseguramiento o donde se atienda. Ello necesariamente implica:
Una información única de salud por cada ciudadano, accesible 24x7 para los centros de salud desde los cuales la persona reciba servicios preventivos o curativos. Cada persona es la única dueña de su información de salud.
Un efectivo intercambio prestacional entre los centros de atención de los diferentes subsistemas que integren la red de salud del territorio de residencia de los ciudadanos.
La continuidad de la atención, no solo intramuros y en modalidad presencial entre el primer, el segundo y el tercer nivel de atención, así sean de diferentes subsistemas de salud, sino también extramuros y en modalidad digital o virtual. También se incorpora, de manera activa, a los ámbitos familiar y comunitario.
La participación activa de cada ciudadano, empoderandose para el autocuidado de su salud, junto con su familia en su entorno comunitario.
Transparencia y rendición de cuentas 24x7 de los recursos invertidos y de los resultados obtenidos.
La información única de salud por cada ciudadano solo será posible con la implementación de la historia clínica electrónica de cada persona y la interoperabilidad correspondiente entre los sistemas de información de los subsistemas de salud existentes.
El intercambio prestacional solo será posible con la interconectividad e interoperabilidad 24x7 entre las Ipress de la red de salud en cada territorio.
La continuidad de la atención, intra y extramuros, solo será posible con la interconectividad 24x7 entre las Ipress con los ciudadanos, en los tres niveles de atención y aprovechando la omnicanalidad digital (todos los canales existentes: SMS, IVR, internet, etc.). Sobre esa base, hay que escalar de manera masiva la teleconsulta especializada, la teleinterconsulta, el telemonitoreo y el automonitoreo, incluyendo la participación de los agentes comunitarios como parte de verdaderas redes integradas de salud, sobre todo en zonas rurales y urbanomarginales.
El empoderamiento ciudadano para el autocuidado de la salud será posible con información, autorreportes, recordatorios y otros contenidos educativos en salud personalizados, que deben ser enviados y procesados de forma masiva mediante aplicaciones de salud digital y omnicanales. No solo hay que aprovechar los 40 millones de líneas telefónicas móviles existentes y que 8 de cada 10 hogares rurales dispone de telefonía móvil, sino también las opciones de la cuarta revolución industrial (internet de las cosas, inteligencia artificial, machine learning, etc.). En el país ya se demostró que la salud digital es muy útil para mejorar la adherencia al tratamiento en personas con enfermedades crónicas, quienes constituyen, por lejos, la principal carga de la enfermedad.
La transparencia y la rendición de cuentas serán posibles a través de la integración de los sistemas de información con las interfases necesarias para posibilitar la presentación automática y dinámica de los resultados de gestión en cada ámbito territorial, que deben ser accesibles 24x7 para los ciudadanos.
El nuevo intento de reforma del sector para lograr un sistema de salud unificado o integrado, centrado en los ciudadanos, tiene que basarse en su transformación digital. Por ello, la nueva gestión debe:
Aprovechar las tecnologías de la información y comunicación (TIC) existentes en el país, porque está demostrado, desde hace 20 años, que los servicios de mensajes cortos (SMS) y la respuesta de voz interactiva (IVR) son tecnologías útiles para la salud digital, en tanto se completa la conectividad de banda ancha durante los próximos dos años, o antes.
Reenfocar, de manera expresa, el modelo de atención de salud y que pase de ser solo presencial a un modelo mixto (entre presencial y virtual-digital), a discreción del ciudadano, siempre para su cuidado integral de salud. Debe estar enmarcado según el nivel de complejidad de la enfermedad o del riesgo en salud, tanto para la promoción y la prevención como para la recuperación de la salud. Se debe tener en cuenta que el 70 % de las enfermedades son de baja complejidad.
Gestión del cambio, porque la transformación digital es un cambio cultural, tanto en los ciudadanos como en el personal de salud. Ello debe empezar en el pregrado, continuar en el posgrado y, en general, a nivel de la ciudadanía, en los centros educativos, a fin de forjar la ciudadanía digital.
Reafirmar valores como la solidaridad, la búsqueda del bienestar público y la ética, entre otros.
La implementación y el escalamiento nacional de esta transformación digital debe ser acelerada desde ya y con hitos relevantes para los dos años siguientes. A nivel global y de país, la pandemia demostró que sí es posible hacerlo.
Todo este proceso deberá ir en paralelo con los cambios financieros, legales y de otras áreas relacionadas con la salud y los multisectoriales que correspondan, mientras que el proceso de cierre de la brecha de infraestructura de salud y de mayor formación de recurso humano especializado progresa lentamente. Ojalá que esta vez podamos avanzar de manera ordenada, racional, multidisciplinaria, consensuada, eficiente y efectiva. ¿Qué otros retos tendrá el próximo Gobierno? Déjanos tu opinión.
El nuevo intento de reforma del sector hacia un sistema de salud unificado o integrado, centrado en los ciudadanos, tiene que basarse en su transformación digital.
MBA por ESAN con mención en Finanzas y médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Con 32 años de experiencia profesional en salud, a niveles público y privado, incluyendo la gestión integral de proyectos de salud y desarrollo social; 22 de ellos en el diseño, implementación, gestión y evaluación de innovaciones con Salud Digital en Perú, Panamá, Colombia, Paraguay y Ecuador, incluyendo la docencia en gestión de salud digital. Participó activamente en la implementación y expansión nacional e internacional de ALERTA, la primera Red de Salud Digital para Vigilancia de Enfermedades de alcance nacional y de mayor vigencia.
Docente de posgrado en salud desde el 2001. Actualmente es docente en gestión de salud digital en la Universidad ESAN y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
La creación del nuevo ministerio constituye una propuesta del Gobierno actual para cerrar la brecha de infraestructura que afronta el Perú en las últimas décadas. Sin embargo, cabe cuestionarse si esta medida tendrá el impacto deseado.
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En los últimos meses se ha publicado mucha información sobre la inteligencia artificial (IA) y sus aplicaciones en diversos campos como la salud. Se pronostica que el mercado global de IA en salud podría ascender hasta los USD 222 billones para el 2031. ¿Cuán factible es su implementación para mejorar los servicios de salud en el Perú?