Enrique Louffat, profesor principal en los Programas en Administración del MBA, Maestrías Especializadas y de Educación Ejecutiva de ESAN, explicó en su última columna en Gestión qué es offboarding y cómo es que este proceso de desvinculación laboral resulta clave para una organización y para sus colaboradores.
El offboarding es el proceso de desvinculación laboral de un trabajador de una empresa, ya sea por decisión voluntaria del empleado o por rescisión contractual por parte de la organización.
Este proceso debería gestionarse de manera respetuosa, empática y lo menos conflictiva posible, de modo que ambas partes conserven una relación cordial, basada en el reconocimiento mutuo y la gratitud. El objetivo es que, incluso al cerrar un ciclo, prevalezcan los buenos recuerdos y se evite generar resentimientos o rupturas innecesarias.
El offboarding representa el proceso inverso al onboarding, que se enfoca en la adecuada integración de nuevos colaboradores, ayudándolos a adaptarse tanto en lo profesional como en lo personal, para que se identifiquen con la empresa, “vistan la camiseta con orgullo” y alcancen su máximo potencial.
Si hiciéramos un símil, el onboarding sería la bienvenida a una casa, mientras que el offboarding sería la despedida. En ambos momentos deben primar la empatía, el respeto y el honor entre los anfitriones (la empresa) y los huéspedes (los trabajadores).
Si bien el proceso de offboarding cuenta con metodologías y protocolos estandarizados, su aplicación debe adaptarse al perfil de cada trabajador involucrado. No es lo mismo desvincular a un colaborador con muchos años en la empresa que a uno recién incorporado; ni es comparable la salida de un trabajador de nivel gerencial con la de un operario. Asimismo, influyen factores como si la desvinculación fue voluntaria o impuesta por la organización, o si se trata de un talento de alto rendimiento frente a un perfil más estándar. Por ello, el offboarding debe ser un proceso flexible, sensible al contexto y centrado en la persona.
Entre los principales beneficios del offboarding bien gestionado para la empresa, destacan los siguientes:
1. Preservación del conocimiento organizacional (know how): Una desvinculación bien estructurada reduce el riesgo de fuga de conocimientos estratégicos, facilitando su documentación o transferencia antes de la salida del colaborador.
2. Fortalecimiento de la marca empleadora: Un trato digno y respetuoso durante la salida del trabajador proyecta una imagen positiva de la organización, tanto interna como externamente, posicionándola como un empleador responsable y humano.
3. Gestión de activos y recursos: Permite llevar a cabo un inventario ordenado de herramientas, dispositivos, accesos y materiales brindados al trabajador, garantizando una transición segura y eficiente.
4. Retroalimentación valiosa: A través de entrevistas de salida o espacios de conversación, la empresa puede obtener información clave sobre la experiencia del trabajador, sus percepciones, desafíos y oportunidades de mejora. Estos aprendizajes pueden servir como insumos valiosos para la gestión de futuras experiencias laborales.
El peor escenario en un proceso de offboarding es que se lleve a cabo de forma fría, deshumanizada o incluso cruel. En todo momento deben prevalecer las buenas prácticas, las cortesías y, sobre todo, el respeto por la dignidad del trabajador. Actuar con empatía y honor no solo engrandece a la empresa, sino que también dignifica la experiencia del colaborador que atraviesa esta etapa en su vida laboral.
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