Las empresas han visto afectadas sus operaciones debido a la crisis desencadenada por el nuevo coronavirus. Según la encuesta "Impacto del COVID-19 en la gestión de compensación" realizada por EY Perú, el 43 % de empresas peruanas ha sufrido impactos negativos en la continuidad de sus actividades debido a las acciones tomadas por el Gobierno para evitar la propagación de la COVID-19.
Asimismo, la crisis financiera ha generado consecuencias negativas en el valor de las empresas y sus activos financieros. Esto ha provocado cambios en la aplicación de las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC), especialmente la NIC 36, denominada "Deterioro de los activos".
Esta norma de contabilidad mide el deterioro de los activos y permite controlar mejor los estados financieros de las organizaciones con el objetivo de impulsar la transparencia en los procesos contables. De esta manera, las empresas pueden fortalecer sus relaciones con las entidades reguladoras y sus stakeholders.
Ante el confinamiento y la incertidumbre del mercado actual, muchas empresas peruanas se han visto obligadas a evaluar el deterioro de sus activos fijos y tangibles destinados a la continuidad de sus operaciones, incluyendo el Goodwill (valor inmaterial de una compañía).
La pandemia también ha llevado a las organizaciones a evaluar nuevos indicadores de deterioro, como los ceses temporales de actividades y la disminución del crecimiento de sus ingresos.
La NIC 36 señala que las empresas deben identificar, al cierre de cada período de sus reportes contables, si existen indicadores de deterioro en sus activos no financieros. Para lograrlo, deben plantearse las siguientes interrogantes:
¿Las acciones de las empresas han sufrido una caída severa?
¿Las tasas del mercado se han incrementado afectando las tasas de descuento utilizadas para calcular el valor recuperable?
¿El valor del patrimonio es mayor al del capital bursátil?
Cabe destacar que el nuevo coronavirus también puede ser considerado un indicador de deterioro. Aquellas entidades que tuvieron un cierre de año al 31 de marzo de 2020 o fechas posteriores, debieron considerar a la COVID-19 como un indicador de riesgo durante la elaboración de su reporte financiero final.
Debido a la volatilidad del mercado, determinar una tasa de descuento que se ajuste al contexto actual representa un reto. Esto debido a que los parámetros para calcularla se vuelven cada vez más impredecibles.
En ese sentido, para determinar el valor actual de un pago a futuro en un contexto de incertidumbre por la pandemia, debe evaluarse de manera exhaustiva las condiciones actuales del mercado, el valor de mercado de las entidades comparables y activas, y los indicadores de riesgos que presentan los activos o las unidades generadoras de efectivo (UGE).
Fuentes:
COVID-19 Deterioro de activos: Consideraciones para los directores de finanzas
COVID-19: Siete consideraciones para la elaboración de los EE.FF
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