Liderazgo efectivo: más allá de dirigir, se trata de inspirar y acompañar

Liderazgo efectivo: más allá de dirigir, se trata de inspirar y acompañar

Lydia Arbaiza, decana de ESAN Graduate School of Business, explicó en Gestión que el liderazgo efectivo no se limita a dirigir personas, sino a impulsar su autonomía, crecimiento y compromiso. Resaltó los valores como la lealtad, la discreción y la orientación a resultados sostenibles, pues son claves para construir equipos cohesionados y preparados para futuros retos.

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Ejercer el liderazgo implica, por lo general, afrontar el reto de trabajar con personas que no han sido seleccionadas por uno mismo. Esta situación no es un obstáculo; por el contrario, representa una oportunidad para demostrar la habilidad de adaptación y, a la vez, promover dentro del equipo posibilidades de crecimiento individual y de desarrollo colectivo.

El liderazgo efectivo se caracteriza por la capacidad de identificar las fortalezas y oportunidades de cada miembro del equipo, generando espacios de desarrollo que impulsen su potencial. Por ello, resulta vital construir un entorno propicio para el aprendizaje y la superación personal, de modo que los integrantes no solo logren los objetivos inmediatos, sino que también se preparen para enfrentar los retos del futuro.

Un aspecto crucial para evaluar la calidad del liderazgo es analizar la dinámica que se genera en ausencia del líder. Si el equipo experimenta alivio o disminuye su rendimiento cuando este no está presente, se trata de una señal negativa: el liderazgo ha fomentado dependencia o falta de motivación. Es el caso clásico de los microgerentes. En contraste, el verdadero liderazgo promueve la autonomía y la responsabilidad compartida, facilitando que el equipo se mantenga comprometido y productivo más allá de la supervisión directa.

La lealtad, entendida como un compromiso basado en la confianza y el respeto mutuo, constituye un valor esencial para consolidar equipos eficientes y cohesionados. Esta se fortalece con la discreción, que no es únicamente confidencialidad, sino también prudencia en la gestión de la información. La discreción contribuye a construir ese entorno propicio en el que los integrantes se sienten valorados, protegidos y seguros.

Un tercer aspecto, además de la lealtad y la discreción, es la orientación hacia resultados concretos y sostenibles. Esto requiere una guía clara, representada por la estrategia de la organización, que marca la pauta con lineamientos específicos para la gestión. Lograr resultados va más allá de cumplir metas: implica también desarrollar competencias, fortalecer la cultura interna y cimentar valores compartidos.

En conclusión, para que el liderazgo sea realmente efectivo, no debe limitarse a la gestión de personas. Supone un compromiso cercano y genuino con ellas, así como la construcción de relaciones basadas en el respeto mutuo y en la orientación constante hacia quienes lo requieran.

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