Otto Regalado, docente del MBA y jefe del área académica de Marketing de ESAN, analizó la oportunidad turística que representa la elección del papa León XIV para el norte del Perú. En esta línea, señaló que, pese al anuncio de una "Ruta Turística" por el Mincetur, la región carece de infraestructura adecuada para capitalizar este potencial. Por ello, brindó un plan de acción a seguir.
La reciente elección del papa León XIV representa una magnífica oportunidad para potenciar el turismo en el norte del país debido a la extensa trayectoria pastoral del sumo pontífice, la misma que duró varias décadas en territorio peruano. Si bien el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur) ha declarado la formación de una “Ruta Turística del papa León XIV” y se ha instalado una mesa técnica, son varias las interrogantes que surgen en medio de esta alegría.
Aunque se hayan identificado 17 lugares de culto, museos y áreas naturales vinculadas a la vida pastoral de Robert Prevost (principalmente en Chiclayo, Saña, Eten y Motupe), el norte del Perú no está listo para un auge turístico a nivel mundial.
Las grandes carencias en infraestructura, conectividad, formación, seguridad y fomento son significativas. Si no se tratan con urgencia y premura, el camino podría transformarse en otra promesa no cumplida y causar una gran decepción para los viajeros, tanto nacionales como internacionales.
Actualmente, basta con visitar numerosas iglesias coloniales a lo largo de La Libertad, Lambayeque o Piura para descubrir templos cerrados, deteriorados o sin asistencia para guiar al turista. Otro aspecto crítico es la precariedad e informalidad en el transporte interprovincial y la falta de servicios fundamentales en las áreas rurales. Y esto sin tener en cuenta la falta de seguridad en ciertas zonas, que constituye un verdadero peligro para el turista.
Si aspiramos a que el personaje del papa León XIV promueva un desarrollo sostenible tanto en Lambayeque como en otras ciudades del norte del país, necesitamos incorporar esta vía en los Planes Estratégicos Regionales de Turismo (PERTUR) y así establecer objetivos precisos de desarrollo para cada zona. Desde la optimización de la infraestructura hasta la profesionalización y mejora de los servicios de turismo.
Si analizamos solo el caso de Chiclayo, por ejemplo, encontramos que hay tres proyectos pendientes: la recuperación y restauración del Santuario de la Cruz de Chalpón de Motupe, la ampliación del Museo Tumbas Reales de Sipán, y la remodelación de la Catedral de Chiclayo y sus alrededores.
Por otra parte, sería una equivocación que esta ruta se restrinja únicamente a los grandes monumentos de índole religioso. Hay un gran potencial para incluir a las comunidades que acompañaron el trabajo pastoral de Prevost: las comunidades rurales, las cofradías, los laicos dedicados. Es más, considero que es fundamental incluirlas. La implicación de los ciudadanos no debe ser un complemento, sino el núcleo de una táctica que intente descentralizar el turismo y fortalecer a las comunidades locales.
Existe una dimensión global que no podemos ignorar. No solo el papa León XIV es el primer pontífice de nacionalidad peruana, sino que también actúa como un enlace entre América y Europa. Su imagen puede y debe ser un componente de una estrategia de promoción global que establezca al norte del Perú como lugar de turismo religioso, espiritual y cultural. Esto demanda inteligencia comercial, participación en ferias internacionales, campañas publicitarias, colaboraciones con medios y operadores a nivel mundial. No solo es necesario llamar a los devotos católicos, sino también a aquellos que buscan vivencias transformadoras, genuinas y con propósito.
Ahora, es importante señalar que en ninguna estrategia de expansión puede estar exenta la sostenibilidad. Es responsabilidad de los gobiernos regionales adoptar prácticas que permitan una adecuada valoración de la capacidad de acondicionamiento de los espacios, programas de preservación del patrimonio, educación en medio ambiente y cultura. Justamente, la población juega un papel clave en cómo recibirán a los turistas y es importante que no exista un abuso con, por ejemplo, el incremento de precios o con construir falsas narrativas.
Ante lo expuesto, quisiera cerrar comentando que considero que la Ruta del papa León XIV puede extenderse más allá de un ámbito religioso y ser un proyecto nacional para reinterpretar nuestra historia reciente, fortalecer la infraestructura y servicios básicos en el norte, incorporar a las comunidades, diversificar el turismo y proyectarnos a nivel internacional con una narrativa potente. Sin embargo, para que esto suceda, requerimos de voluntad política, administración técnica, inversión y, principalmente, una perspectiva que anteponga el largo plazo a la fotografía sencilla o al suceso aislado. El momento es precisamente ahora.
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