
 
									En el mundo empresarial, tener un puesto de mando implica una capacitación constante para pulir las habilidades directivas ya desarrolladas y adquirir nuevas. Esta formación determinará el éxito en el desarrollo profesional de los ejecutivos modernos.
En ese sentido, es necesario tener claro que las destrezas para gestionar equipos de trabajo con eficiencia nunca llegan solas. Por eso, es necesario que todos los profesionales que aspiran a puestos gerenciales desarrollen algunas capacidades imprescindibles.
Es aquella que permite a una persona dirigir un grupo de profesionales y guiarlos hasta cumplir uno o varios objetivos. Estas son algunas de las habilidades directivas más importantes:
Inteligencia emocional y social. Consiste en ser consciente de las propias emociones y saber gestionarlas en todo momento, pero también implica entender los sentimientos de los otros colaboradores, es decir, ser una persona empática.
Resolución de conflictos. Un buen líder debe ser capaz de poner paños fríos a los conflictos y ofrecer soluciones efectivas. La capacidad de escuchar y expresar ideas de manera fluida son claves en estas situaciones.
Autoconocimiento. Todo líder debe conocerse bien a sí mismo y tomar conciencia de sus fortalezas y debilidades, antes de pretender inspirar a los demás.
Gestión de equipos. Un líder debe asumir que, a lo largo de su carrera, tendrá que lidiar con grupos de trabajo cuyos perfiles serán bastante diferentes, por lo que debe capacitarse para gestionarlos de la mejor forma posible.
La formación de habilidades directivas en los profesionales que ocupan las altas gerencias de las organizaciones implica mucho tiempo y experiencias acumuladas. Sin embargo, existen cuatro técnicas que pueden potenciar el perfil de aquellos profesionales que aspiran a ocupar puestos gerenciales o liderar equipos de trabajo en el futuro.
Establecer y trasmitir una visión empresarial. La creencia de que a los subordinados se les paga para seguir órdenes y no para pensar ya es obsoleta en las empresas modernas. Todo directivo debe ser capaz de involucrar a su equipo para que todos los miembros aporten su talento a lograr los objetivos. Ello es posible mediante reuniones periódicas, discusiones y retroalimentación constante.
Cultivar confianza en uno mismo. Cada directivo debe analizarse a sí mismo para entender sus motivaciones y por qué reacciona de una u otra forma en situaciones inesperadas. Este autoconocimiento se logra mediante técnicas como la meditación diaria y el diálogo con otros colegas.
Gestionar de manera eficiente el tiempo. Un líder suele tener que cumplir varias tareas en simultáneo, lo que puede sentirse demasiado abrumador y estresante. Por eso, es vital aprender a distribuir el tiempo de la jornada y establecer fechas realistas para concluir cada proyecto, con la posibilidad de delegar algunas labores a otros miembros del equipo, en caso de ser necesario.
Las habilidades directivas son muy variadas y pueden clasificarse de distintas maneras. Sin embargo, lo importante de verdad es tener claro que un buen gestor de proyectos no solo necesita capacidades técnicas, sino también otras más blandas y que le ayuden a relacionarse con el resto de su equipo. Esta formación integral marcará el éxito en la gestión de proyectos.
Fuentes bibliográficas
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