El 2018 será recordado como un año de mucha inestabilidad política, en el que el choque entre los poderes Ejecutivo y Legislativo generó que las grandes reformas pendientes en el país quedaran postergadas y que el Gobierno tuviera que optar siempre por resolver lo más urgente.
En materia económica, el crecimiento del producto bruto interno (PBI) sería el esperado a inicios de año, de cerca de 4 %. Sin embargo, los analistas coinciden en que éste resultado pudo ser mucho mejor.
Jorge Guillén, vicerrector de Investigaciones de ESAN y profesor de la Maestría en Finanzas, es drástico en sus pronósticos: "El crecimiento ha estado por debajo de lo esperado y yo no soy tan optimista como el Gobierno. Creo que cerraremos el año entre 2.7 % y el 3 %. Es una cifra poco alarmante, pero la nueva población económicamente activa (PEA), los jóvenes, no estarían accediendo a un trabajo decente", señala.
"Con un crecimiento tan bajo, la PEA crece pero a un ritmo menor que el balance económico. En otras épocas que crecíamos a 7 %, el boom fue de los commodities, la PEA estaba incorporada, tenía empleos formales con un salario por encima del mínimo".
Guillén coincide con los demás analistas en que la ejecución del gasto sigue lenta debido a los problemas de destapes de corrupción y el ruido político. Otro problema que ralentizó el crecimiento de este año fue el mayor gasto por el proceso electoral, pues las nuevas autoridades recién empezarán sus gestiones en enéro próximo.
"Lo que puede suceder es que traten de ejecutar lo que se ha venido planificando este año, aunque la alcaldía de Lima parece tener una serie de proyectos que, esperemos, se puedan llevar a cabo sin problemas", añade.
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Fuente: La Cámara