Enrique Louffat, profesor de los Programas en Administración de ESAN, desarrolló en Gestión cómo el engagement laboral surge de una experiencia del empleado positiva y coherente, donde la cultura organizacional, el liderazgo y las relaciones humanas juegan un papel fundamental para lograr el compromiso genuino y la motivación en el trabajo.
El engagement laboral puede definirse como el profundo compromiso, conexión e identificación de un trabajador con la empresa en la que labora. Este vínculo impulsa al colaborador a dar lo mejor de sí mismo para contribuir activamente y generar valor en la organización. En esencia, implica que el trabajador conoce cognitivamente lo que debe hacer, posee la habilidad práctica para aplicarlo y manifiesta la actitud positiva para llevarlo a cabo con voluntad y entusiasmo.
Un engagement positivo se traduce en múltiples beneficios para la organización: mayor productividad, mejor calidad en los productos o servicios, mayor rentabilidad, incremento en la motivación y retención del talento humano, mejora en la atención al cliente, fortalecimiento de la marca empleadora y una reputación empresarial más sólida.
Estos resultados se producen cuando la empresa ha brindado a sus colaboradores una experiencia personal positiva, caracterizada por las siguientes dimensiones:
El compromiso genuino del trabajador con la organización —lo que comúnmente se denomina “ponerse la camiseta”— responde a múltiples factores que influyen en su percepción y vivencia dentro del entorno laboral. En este contexto, cobra relevancia el concepto de “experiencia del empleado” o Employee Experience (EX), entendido como la percepción profunda e integral que tiene el trabajador sobre cómo ha sido tratado y valorado a lo largo de todas sus interacciones dentro de la empresa.
La employee experience abarca mucho más que las condiciones contractuales. Se construye desde el primer contacto con la organización, a través de los procesos de reclutamiento, selección e inducción, y se fortalece en cada etapa del ciclo de vida del colaborador: evaluación del desempeño, programas de capacitación, oportunidades de desarrollo de carrera, sistemas de compensación y beneficios, hasta el momento en que se desvincula de la empresa.
Esta experiencia está profundamente influida por las interacciones humanas que el trabajador sostiene, no solo con su jefe directo, sino también con sus subordinados, colegas y otros stakeholders como clientes y proveedores. Asimismo, está moldeada por el contexto organizacional, es decir, por las competencias blandas predominantes en la cultura de la empresa: los estilos de liderazgo, la comunicación transparente, la participación en la toma de decisiones, la capacidad de negociación, la gestión de conflictos, entre otras.
El interés por comprender y gestionar la experiencia del empleado surge con fuerza a partir de la primera década del siglo XXI. Uno de los principales referentes en esta línea es Jacob Morgan, quien popularizó el término tras la publicación de su libro “The Employee Experience Advantage: How to Win Talent and Customers by Creating a Great Place to Work for Everyone” en 2017. En esta obra, propone un marco integral para entender la EX, definiéndola como:
“La intersección entre las expectativas, necesidades y deseos de los empleados con el diseño organizacional de esos elementos, abarcando el espacio físico, la tecnología y la cultura”.
Así, cuando un trabajador percibe que su experiencia es positiva, coherente y significativa, es más probable que se comprometa, defienda a la organización, sea proactivo en su labor y se convierta en un verdadero embajador de marca. En otras palabras, se pone la camiseta con convicción.
Diversos autores han contribuido significativamente al desarrollo del concepto de employee experience, brindando marcos teóricos y prácticos para su implementación efectiva en las organizaciones. Entre los más reconocidos se encuentran:
Para crear una experiencia significativa, coherente y motivadora, las organizaciones deben implementar prácticas estructuradas y humanas en todos los puntos de contacto con el trabajador. Algunas de las más relevantes incluyen:
La Employee Experience (EX) se apoya en diversas teorías motivacionales que han permitido comprender mejor los factores que inciden en el comportamiento y compromiso de los trabajadores. Entre ellas destacan:
Estas teorías fundamentan la idea de que los trabajadores no solo se motivan por factores económicos, sino también por el reconocimiento, el desarrollo personal, la justicia, el propósito y la conexión emocional. Por ello, una empresa que desea construir una experiencia del empleado potente y transformadora debe poner en práctica acciones concretas que valoren al trabajador y lo inspiren a dar lo mejor de sí, no por obligación, sino por convicción, identificación y gratitud. Porque se siente parte de la organización y la reconoce como un lugar donde puede crecer y contribuir con sentido.
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