Una mañana, durante el embarque del vuelo de Lima a Arequipa, donde me asignaron el asiento 1A, pude observar el comportamiento de los pasajeros que volaron a mi lado. Sus actitudes me hicieron reflexionar sobre el rol que cumplimos los clientes en la experiencia del servicio y cómo nuestra participación puede impactar en el buen o mal resultado de la misma.
Analicemos dos casos:
Las actitudes de estos pasajeros, analizados como casos, nos hacen reflexionar sobre el rol que cumplimos los clientes en la experiencia del servicio. Si todos conociéramos el funcionamiento de cada uno de los procesos por ser clientes recurrentes -en este caso pasajeros frecuentes- sería más fácil. Incluso, de no serlo, si tan solo siguiéramos las instrucciones que nos dan, la experiencia de servicio sería más beneficiosa para todos y, sobre todo, contribuiríamos al mejor desempeño de las funciones de los trabajadores de las empresas proveedoras de servicio.
En el ejemplo puntual de este post, si ambos pasajeros hubieran tenido experiencia previa viajando en primera fila su accionar habría sido diferente. De esta forma, sabrían que en primera fila, así como en salidas de emergencia, no está permitido llevar algún bulto consigo, ya sean carteras, mochilas, maletines u otros. También sabrían que durante el embarque se siguen procesos que están debidamente mapeados y medidos; y que sus actitudes podrían generar demoras o descuidos de otros procesos.
Si no hubieran tenido experiencia previa viajando en esos espacios -como parecía ser el caso- bastaba con seguir las instrucciones para no generar ninguna demora en el despegue, por ejemplo.
Fuente: Gestion.pe