Luis Mendiola, profesor de los programas de Finanzas de ESAN, explicó en Gestión que para calcular el costo total de propiedad (TCO) de una solución de IA agentic debe considerarse todo su ciclo de vida. En esta línea, sostuvo que una estimación precisa necesita incluir adquisición, integración, entrenamiento, gobernanza, reentrenamiento, costos de retiro y beneficios fiscales, para luego compararlo con el valor que genera y determinar si la inversión es realmente rentable.
Calcular el TCO de una solución de IA agentic obliga a repensar nuestra concepción de costo. No basta con sumar lo que vale adquirir, operar y mantener la tecnología: es necesario evaluar todo el ciclo de vida del agente, sus efectos indirectos y los gastos que suelen quedar fuera del presupuesto inicial. Una estimación equivocada no solo distorsiona las decisiones, sino que también genera expectativas irreales sobre eficiencia, grado de automatización y retorno de la inversión.
Además, en el caso de plataformas agentic —que deciden de forma autónoma, optimizan procesos e incluso interactúan con clientes—, cualquier error puede tener un alcance mucho mayor.
El punto de partida sigue siendo una fórmula estructurada:
TCO = adquisición + integración + entrenamiento + operación + mantenimiento + monitoreo + gobernanza + retiro
Sin embargo, cuando hablamos de un agente autónomo, ese cálculo deja de ser lineal y pasa a depender de múltiples variables. No es una herramienta pasiva, sino un elemento dinámico del modelo operativo: aprende, se adapta, coopera con otros sistemas y modifica su comportamiento según el contexto. Todo ello conlleva impactos técnicos, legales, financieros e incluso culturales… y todos esos impactos tienen un coste.
El despliegue, por ejemplo, no se agota en la puesta en marcha técnica. Muchas veces es necesario rediseñar la arquitectura de datos, testear comportamientos no previstos, realizar red team testing para evitar que el modelo se desvíe o actúe con sesgos, y establecer reglas claras para su supervisión. Todo eso cuesta, aunque no aparezca en la factura del proveedor. Silk lo demuestra: un agente que opera sobre la base de producción puede generar cuellos de botella que obliguen a rediseñar flujos completos de infraestructura. Ese rediseño no estaba contemplado en el Excel.
McKinsey y KPMG apuntan en la misma dirección desde el enfoque organizacional: una solución agentic sin una estructura de gobernanza termina siendo más cara que útil. No por lo que cuesta directamente, sino por lo que deja de controlar. Auditar comportamientos, corregir desalineamientos y evitar respuestas erradas o ilegales son tareas que forman parte del costo total, aunque no aparezcan con una línea explícita en el presupuesto.
Microsoft, por su parte, recuerda que el reentrenamiento no es una excepción, sino parte natural del ciclo. Y cada iteración del modelo implica un costo: cómputo, validación, supervisión.
Tampoco hay que subestimar los costos tributarios asociados. En algunos países, parte de la inversión en I+D o tecnología puede amortizarse rápidamente, lo que mejora el flujo de caja. Pero si la contabilidad clasifica erróneamente los gastos como operativos en lugar de capitalizables, la oportunidad se pierde. Por ello, las decisiones contables y fiscales deben formar parte del diseño del modelo de TCO.
A esto se suma el costo de retiro. Un agente agentic que ha sido entrenado e integrado en flujos críticos no se desactiva con un clic: hay que cerrar contratos, migrar configuraciones, archivar interacciones, resolver temas de propiedad intelectual y, probablemente, rediseñar procesos. Ignorar ese costo es simplemente postergar el problema.
Un ejemplo práctico puede ayudar: supongamos que una empresa quiere implementar un agente agentic para gestionar la atención inicial de solicitudes legales internas. El cálculo del TCO proyectado a tres años podría ser:
Etapa Costo 3 años
Adquisición y setup:
50000
Operación anual (por tres años)
84000
Reentrenamiento anual
21000
Costos de retiro y migración futura
6000
Valor residual proyectado
0
Costo total 3 años
161000
Pero si la empresa puede amortizar el 80 % como inversión en activos intangibles en el primer año, con un crédito fiscal del 29,5 %, podría recuperar fiscalmente cerca de USD 38 000 en flujo de caja. Es decir, el TCO neto ajustado se acercaría a USD 123 000.
Ahora, para que esto tenga sentido, falta una métrica complementaria. ¿Vale la pena gastar USD 123 000 en este agente? Aquí entra el TVCO (Total Value to Cost of Ownership): una relación entre el valor generado (por ejemplo, ahorro de horas de abogados, reducción de errores, mejora en los SLA internos) y el TCO.
Si este agente permite ahorrar 600 horas de trabajo legal (a USD 120 por hora), entonces genera USD 72 000 de valor solo en tiempo. Si además reduce en 10 % los tiempos de respuesta a clientes internos y mejora la experiencia, se puede asignar un valor adicional. Si la relación entre valor total generado y costo total supera 1,5, probablemente sea una buena inversión.
El TCO no es una respuesta final ni una receta única para evaluar inversiones: es un marco, una forma de pensar que obliga a anticipar, controlar y justificar lo que se va a gastar. Y en el mundo de la IA agentic, donde los agentes no solo ejecutan, sino que deciden, no basta con medir cuánto cuestan; hay que asegurarse de que valga el esfuerzo.
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