Una fintech brinda soluciones tecnológicas a problemas financieros. Su auge comenzó tras la crisis de 2009, cuando la frustración con el sistema financiero tradicional motivó el surgimiento de soluciones alternativas a nuevos problemas, relacionados con usuarios más integrados con las tecnologías móviles y situaciones mal resueltas o desatendidas por la banca tradicional.
La batahola se inició en el sector financiero, pero no se circunscribió a él (seguros, telecom, etc.) y adquirió desde el inicio gran resonancia, curiosamente en paralelo al nacimiento del bitcoin y a la posterior revolución del blockchain.
Después de algunos años, el rol de las fintech ha cambiado en estos sectores. Existe mayor acercamiento con las grandes corporaciones, ya sea porque son financiadas por ellas, porque establecen una relación de colaboración o simplemente porque son absorbidas. De hecho, Goldman Sachs, JP Morgan y Citi Group son los mayores inversionistas en fintech del planeta.
Un ejemplo emblemático fue la adquisición de WorldPay Group, una fintech inglesa de procesamiento de pagos, por la corporación Vantiv, el procesador más grande de tarjetas de crédito y débito en Estados Unidos. El monto de la transacción, realizada en enero de 2018, fue de US$10,4 billones.
Este acercamiento se entiende mejor si consideramos las proyecciones de TechCrunch: al 2020, el 90% de los usuarios de smartphones habrá hecho un pago con su teléfono móvil. No obstante, el 88% de las entidades financieras teme reducir sus ingresos como consecuencia de la participación de fintech en áreas de pagos, transferencias digitales y préstamos personales, según un informe de PwC.
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Fuente: Día 1, El Comercio