Según los investigadores Aaron K. Chatterji (Duke) y Michael W. Toffel (Harvard), colaboradores de la revista "Harvard Business Review", desde que empezaron a estudiar el activismo de los CEO, hace tres años, nunca imaginaron lo representativo que se volvería este fenómeno.
"En ese momento, una pequeña pero creciente banda de ejecutivos está tomando posiciones públicas sobre cuestiones políticas y sociales, que no estaban relacionadas a los resultados financieros de sus compañías. Desde entonces, las controversias sobre las leyes que afectan a las personas transgénero en Carolina del Norte, los tiroteos policiales en Missouri y las órdenes ejecutivas sobre inmigración han atraído a un número cada vez mayor de los CEO a debates públicos controvertidos", destacan ambos profesores de escuelas de negocios, en un reciente artículo titulado "The New CEO Activists", de enero-febrero 2018.
Por años, el activismo fue un comportamiento vinculado, principalmente, con personajes del mundo de la política, corriente a la que se unieron celebridades del entretenimiento, del arte o la ciencia, como filósofos, músicos y actores. Sin embargo, hoy también forman parte de este movimiento los CEO de varias compañías globales.
"Son ejecutivos que expresan públicamente su opinión y postura sobre temas sociales, políticos o ambientales, generalmente de índole controversial", explica Kety Jáuregui, directora de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN y profesora del MBA.
Los tópicos que abordan estos directivos son diversos, pero principalmente giran alrededor de temas complejos, como racismo, cambio climático, derechos de las mujeres y de la comunidad LGTB, trabajo infantil, etc. En este grupo han ganado protagonismo diversos líderes empresariales como Elon Musk, director general de Estla; Bill Gates, cofundador de Microsoft; Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, entre otros.
Para los analistas de "Harvard Business Review", la tradicional actitud de los CEO de rehuir a las preguntas incómodas o no hacer activismo en temas en los que incluso creen y practican, podría convertirse a la larga en un problema estratégico.
"Si bien existen aquellos sin causa, los CEO sabe, además, que brindar o no su opinión impacta cada vez más no solo en su reputación, sino en la de su empresa y, por ende, en las decisiones de sus clientes y consumidores", sostiene Jáuregui.
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Fuente: Cosas