Los objetivos de los cambios introducidos por Basilea III se pueden resumir en la búsqueda por garantizar la solvencia y la liquidez de las entidades financieras, evitando la prociclicidad. Para alcanzar estos objetivos, Basilea III establece varios cambios normativos cuya implementación se realiza en forma gradual y tendrán efecto pleno a partir del 2019.
Así, por ejemplo, entre dichos cambios se encuentra la obligación de los bancos hacia el 2015, de cumplir con requisitos mínimos para el capital consistente en acciones comunes por al menos un 4.5%, y hacia el 2019 de añadir un "colchón de capital" de 2.5%. Con ello se busca mejorar la calidad del capital para que las entidades financieras tengan una mayor capacidad de absorber pérdidas.
Las seis grandes medidas dispuestas por Basilea son:
Aumento de la calidad, consistencia y transparencia del capital: Basilea III modifica el tipo de instrumentos que pueden formar parte del capital y endurece los requerimientos incorporando un buffer de conservación del capital del 2.5%, cuyo incumplimiento restringe el pago de dividendos.
Requerimientos a entidades sistémicas: se introduce un requerimiento adicional de capital a las entidades financieras consideradas de importancia sistémica, entre un 1% y un 2.5%.
Ampliación de la cobertura de riesgos: se promueve una gestión integrada de riesgo de mercado y también se introduce el riesgo por deterioro vinculado al CVA (siglas de credit value adjustment, ajuste por riesgo de crédito); se incrementa los requerimientos de capital a exposiciones con derivados y repos, y propone otras medidas para estimular la contratación de derivados over the counter (OTC) a través de contrapartes centrales.
Límite al apalancamiento: para controlar el apalancamiento del sistema financiero, Basilea III introduce un nuevo ratio de capital tier 1 (segmento de capital de la máxima calidad) sobre exposición mínimo de un 3%, que deberá cumplirse en el año 2018.
Mitigación de la prociclicidad: para disminuir la prociclicidad del sistema financiero se introduce, entre otras medidas, un buffer de capital contracíclico que va entre 0% y 2.5%, el mismo que se debe acumular en los años de bonanza para luego emplearlos en los períodos de estrés o crisis.
Medición y control de la liquidez: entre las herramientas de seguimiento, Basilea III plantea dos ratios de liquidez: el liquidity coverage ratio (LCR), que tiene carácter de corto plazo, y el net stable funding ratio (NSFR), con horizonte de largo plazo. Ambos deberán ser mayores que 100%.
Para el presente año, las normas de Basilea III establecen:
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FUENTES CONSULTADAS:
Documento de trabajo "BIS III Argentina, Brasil, Chile, México y Perú - Convención de impactos de BIS III en la región", publicado por Management Solutions.
Boletín de la Asociación de Bancos (Asbanc) del Perú, Año 1 Nº 11, publicado.
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