¿Es posible desarrollar iniciativas de innovación o cambio de manera rápida, asumiendo riesgos mínimos y gastando pocos recursos? La respuesta es sí y el enfoque ágil propone una alternativa interesante: trabajar con experimentos.
Muchas veces, en nuestras organizaciones, conocemos una problemática a tal nivel que generamos ideas o potenciales soluciones, pero no llegamos a concretarlas porque pensamos en todas las limitaciones que existen para llevarlas a cabo. Entre ellas, podemos mencionar la falta de un patrocinador que apoye nuestra iniciativa, la excesiva carga laboral, las restricciones presupuestales, la escasez de recursos humanos y la poca disponibilidad de tiempo.
Todos estos aspectos están fuera de nuestro alcance y no podemos controlarlos. Por ello, el enfoque ágil apuesta por un camino distinto, basado en la experimentación. Bajo esta postura, uno se embarca en un nuevo desarrollo, realiza un cambio e implementa una mejora incremental o radical solo cuando el experimento resulta exitoso.
Un experimento es un espacio de prueba, donde se obtiene conocimiento y se validan hipótesis en periodos muy cortos de tiempo. Esta dinámica permite reconocer a gran velocidad si una solución realmente esta abordando el problema de manera oportuna. La gran ventaja de esta perspectiva es que, si llega a fallar, reduce el riesgo de afectar la viabilidad del negocio a gran escala. Si, por el contrario, alcanza el éxito, agrega valor de manera rápida y a muy bajo costo.
Según diversos expertos de agilidad, para desarrollar experimentos, debemos realizar una preparación previa, que consiste en elaborar un mínimo producto viable (MVP) o un mínimo cambio viable (MVC). Un MVP es una versión preliminar de un producto con suficientes características para satisfacer a clientes o usuarios iniciales y proporcionar retroalimentación para su desarrollo futuro. Por ejemplo, un boceto, una landing page, un video o un mockup. Un MVC es una intervención o modificación pequeña y no intrusiva, por ejemplo, cambiar el orden de los alimentos en la zona de comedor de la empresa y colocar los platos saludables primero y los altos en grasas después.
Las hipótesis son supuestos que queremos validar cuando probamos nuestros MVP o MVC. Por ejemplo, si queremos mejorar el consumo de productos saludables y hemos desarrollado el MVC que presentamos en el párrafo anterior, nuestra hipótesis podría ser “al cabo de la intervención que tendrá una duración de una semana, se espera que el consumo de alimentos saludables en el comedor se haya incrementado en un 20 %”.
Se recomienda que estos se encuentren directamente involucrados con la iniciativa y tengan apertura. Con esos aspectos cubiertos, se sugiere pasar a la implementación.
En el caso de los MVP, esto implica mostrarlos a los usuarios o clientes para que interactúen con ellos y proporcionen información que permita evaluar si están satisfechos o no. En el caso de los MVC, esto implica poner en marcha la intervención en pequeña escala, es decir, en un área o grupo de personas para analizar si esta práctica genera los resultados esperados.
El experimento puede haber sido exitoso, es decir, cumplió con las hipótesis. Entonces, se debe implementar.
Los MVP o MVC requieren mejoras para volver a probarlo.
El experimento fracasó, es decir, no tuvo la aceptación esperada. En ese caso, la propuesta se descarta.
Hasta aquí, te habrás dado cuenta de que no todas las iniciativas de innovación o cambio pueden optar por la experimentación. Para algunas, puede resultar difícil la elaboración de versiones preliminares o su aplicación a pequeña escala. A modo ilustrativo, te dejamos algunos ejemplos en los que sí encajaría este enfoque:
Desarrollo de un nuevo producto o línea de productos al mercado.
Mejora de un producto o proceso existente.
Reformulación de la experiencia de clientes internos y externos.
Implementación de intervenciones para solucionar conflictos entre equipos de trabajo y retener colaboradores.
Cambios en algunos aspectos de la cultura organizacional o el clima laboral.
* Jessica Alzamora es docente de los programas en Administración de ESAN
Para desarrollar experimentos, debemos realizar una preparación previa, que consiste en elaborar un mínimo producto viable (MVP) o un mínimo cambio viable (MVC).
Directora de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN. Es coordinadora e investigadora del equipo GEM Perú. Se desempeña también como profesora del área académica de Administración en ESAN Graduate School of Business. Ph. D. en negocios por la Universidad de Granada, España. MBA por ESAN con especialización en Finanzas. Economista de profesión. Cuenta con experiencia en gestión de unidades de negocio y desarrollo e implementación de proyectos. Se ha desempeñado como consultora en diagnóstico empresarial, desarrollo de planes de negocios, planes estratégicos, planes de marketing y gestión de proyectos ágiles. Ha sido docente en temas de emprendimiento, innovación, metodologías ágiles, gestión del cambio y planeamiento estratégico. Es coordinadora e investigadora del equipo GEM Perú. Sus intereses de investigación se enfocan en los ámbitos de emprendimiento, innovación, pymes y comportamiento del consumidor social. Ha publicado diversos artículos académicos en Journals internacionales de reconocido prestigio.
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