Desde su fundación, ESAN Graduate School of Business ha sido un referente de excelencia académica en el Perú y Latinoamérica. Este prestigio no habría sido posible sin el invaluable aporte del doctor Alan B. Coleman, fundador y primer decano de nuestra institución. Su reciente partida, el 31 de enero, a los 96 años, deja un profundo vacío en la familia ESAN. En homenaje a su legado, queremos recordar y compartir su impacto en nuestra comunidad académica.

Su legado comienza, precisamente, con lo que transmitía su sola presencia. Tuve el privilegio de conocerlo en dos ocasiones: primero, durante las celebraciones por los 25 años de ESAN, cuando era profesor asistente, y luego, en el marco del 50.º aniversario, ya como decano. En ambas oportunidades, su esencia era inconfundible. Bastaba verlo para reconocer que no solo era un profesional excepcional, sino también un ser humano admirable. Su sencillez y pasión por lo que hacía generaban gran inspiración.

Al conversar con él sobre su aventura académica en el Perú, el doctor Coleman siempre afirmaba que ESAN había sido el logro más importante de su vida. Y debo confesar que, para mí, él ha sido la persona más trascendental en la historia de nuestra institución. Si hoy ESAN existe, si el Perú tiene el privilegio de contar con la primera escuela de negocios de Hispanoamérica, una institución que ha impactado profundamente en la sociedad peruana y en el mundo, es gracias al esfuerzo de muchas personas, pero, sobre todo, al legado del doctor Coleman.

Aquí me permito compartir unas palabras de su hija mayor, Kathleen Coleman, sobre su padre y los vínculos que construyó en ESAN y en el Perú:

“Mi padre fue un hombre increíble y tenía un profundo amor por ESAN y por el Perú. Creció siendo hijo de una madre viuda y su familia era de escasos recursos. Sabía que la educación era fundamental para alcanzar el éxito en la vida, y consideraba que la fundación de ESAN fue el logro más importante de su existencia.  Mi hermana y yo nos alegramos mucho de que nuestros padres pudieran estar presentes en el aniversario 50 de ESAN, en el 2013 (…). Realmente, su experiencia como decano fundador de ESAN y el tiempo que nuestra familia pasó en Perú fueron lo más importante de su vida. A él le encantaba compartir esas vivencias con otras personas”.

Hoy despedimos al doctor Coleman con muchísimo agradecimiento. Sin ESAN, no sé cómo hubiera sido posible gran parte del desarrollo del Perú y, en lo personal, no sé dónde estaría yo. El espíritu del doctor Coleman seguirá presente, por siempre, en cada estudiante, profesional, ejecutivo, profesor y colaborador de ESAN. 

Doctor Coleman, gracias por haber sido el primero en abrir este camino.